jueves, 21 de enero de 2016

Actualizaciones de aplicaciones ¿son necesarias?

El otro día estaba hablando con un amigo sobre las aplicaciones, más concretamente, el porqué hay que actualizarlas tan a menudo.

No entendía porque cada dos por tres salta la actualización, es más, ni siquiera las actualiza muchas veces, porque le parece que no es necesario... ¡si siguen funcionando!

Estamos acostumbrados a que el mundo funciona de otra forma, tú compras un coche, y no hay modificaciones posteriores, todo se hace para que funcione de cierta forma y bajo ciertas condiciones. El problema es que el software no funciona de esa manera.

Imaginemos un edificio, el arquitecto ha invertido incontables horas en preparar los planos, pensar cual es la mejor configuración, simularlo en un ordenador... Pero cuando ya está construido se da cuenta de que una ventana no está a la altura debida y el sol deslumbra durante toda la tarde a la persona de recepción. ¿A que estaría bien poder cambiarlo sin problemas? Pues eso es lo que pasa con el software, que los fallos se pueden solucionar, porque siempre salen errores, o mejoras. Imagina que se pueden cambiar las ventanas por unas que aíslan más, ¿estaría bien también, no?

Pues este ha sido un ejemplo muy simple, los edificios son algo que apenas interactúa con otros elementos, pero los programas interactúan entre sí, con el usuario, con el sistema que lo soporta, y manejan una infinidad de variables. Por eso es tan complicado, por eso hay tantos errores, y por eso hay que hacer actualizaciones, el software es imperfecto, pero intenta mejorar día a día.

Un apunte, de una imagen que he encontrado por internet (en capgemini):

Como se ve, al aumentar ligeramente la complejidad de negocio que se quiere abarcar, la complejidad del software que lo ha de soportar aumenta exponencialmente.

Por eso afirmaciones como "sólo es un botón" me sacan de mis casillas, detrás de un nimio cambio puede haber decenas de horas de trabajo.

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